DE LAS CANECAS A LAS URNAS.

Sin centrarnos en el desgastado debate de egos en los que caen algunos llamados petristas o uribistas, dejando de lado los insultos en las redes sociales y confrontaciones callejeras, vemos que persiste aún un oxidado criterio para elegir presidentes".
Ya pasados los días de sofoco producido por un derrotado candidato verde invitando a botar en blanco, o lo que es peor, dispersando a nuestra mala suerte la elección de un mejor país, es necesario que en breve entendamos que este domingo no podemos seguir botando en las canecas de nuestra democracia.
Sin centrarnos en el desgastado debate de egos en los que caen algunos llamados petristas o uribistas, dejando de lado los insultos en las redes sociales y confrontaciones callejeras, vemos que persiste aún un oxidado criterio para elegir presidentes.
Incluso, este es un problema crónico que data de décadas, porque a la hora de votar en las urnas, nos confundimos y tachamos el rostro de quién en cuatros años nos hará sentir que el voto se depositó en canecas de basura y no en las urnas.
Basta ver el arrepentimiento que produce el desprecio a Mockus en el 2010, e incluso al Maestro Gaviria en el 2006, como para que nos retorne un guayabo sobre las pésimas decisiones que tomamos en las elecciones a presidente.
Sin embargo estas elecciones han contado con la fortuna de millones de colombianos votando por propuestas, y un tanto más por miedos, pero en el seno del debate ya la ingenuidad no mueve al ciudadano de a pie.
En días no más, mientras hay quienes pasan de politólogos a comentaristas de futbol, demostraremos si una vez más elegimos para botar el voto, o si en realidad desapareció en nosotros la lúcida terquedad de resistirnos a los cambios, y dejar de lado años de presidentes elegidos en canecas.
Hoy hemos comprendido que cada cuatro años nos jugamos la educación, la salud, el empleo, la tranquilidad y el bienestar de millones de nosotros, y por más individual y personal que sea el voto, en realidad elegimos por todos.
Este domingo cuando estemos frente a las urnas de votaciones, veremos el rostro de dos modelos de país, distintos entre sí, uno que representa los intereses de más de 7 millones de colombianos, y otro el anhelo de otros tantos 4 millones, y no más. Ambos en su justa capacidad querrán lo mejor para el país, o para su país, porque en última mientras unos lo "venezonalizan" otros tantos soñamos en "humanizarla".
Botar botando