DE LA LEY 30 Y OTROS DEMONIOS

Y fue así como el martes 11 octubre, nos reunimos toda la noche en un salón del Bloque Sierra Nevada, amanecimos en el campus y siendo las 4:00 am nos tomamos las instalaciones declarando que la Unimagdalena entraba formalmente al Paro Nacional Universitario.
La ley 30 se vuelve a poner de moda, y no la de 1986 en virtud al decreto de la dosis minina del presidente Duque. No, me refiero a la de 1992 en ocasión que la educación superior vuelve a la agenda nacional.
Hay años en el que solo pasan días, pero hay días en los que pasan años".
Es la frase de un pesador alemán para describir los cambios generados en la sociedad por causa de movimientos sociales que los impulsan. Así describo los días en los que la comunidad universitaria pone al país hablar de educación superior.
Ver en mi universidad nuevamente el ambiente de movilización exigiendo un cambio en el actual modelo, por uno que asigne los recursos necesarios para atender la creciente demanda educativa con programas de alta calidad académica, inevitablemente me lleva a aquellos días en los que paralizamos el país para pensar en la educación de las futuras generaciones.
Año 2011, el Presidente Juan Manuel Santos presenta al Congreso de la República el proyecto de ley por medio del cual se reforma la ley 30 de 1992, reforma que terminó siendo una versión 2.0 de la norma que pretendía cambiar, toda vez que mantenía el esquema de des-financiación de las universidades públicas.
Pero, agravándola por traer la figura de las Universidades con ánimo de lucro, convirtiendo descaradamente el derecho a la educación en una mercancía transable en el mercado.
A partir de ahí, empezó lo que sería el movimiento universitario del país más grande de este siglo, comparable con el histórico movimiento estudiantil de 1971 que fue el más grande en la historia de Colombia. Por fortuna en mi paso por la Universidad me tocó hacer parte de dicho acontecimiento histórico, que me propongo contar a las nuevas generaciones de mi Universidad del Magdalena, porque como decía nuestro nobel de literatura, la vida no es lo que uno vivió sino lo que uno recuerda y como lo recuerda para contarlo.
En un ambiente de agitación mundial, como si los planetas se hubiesen alineado, para que todo ocurriera, el movimiento ocupa Wall Streed en Estados Unidos, La primavera Árabe en Asia y África, el movimiento de indignados en Europa y el movimiento estudiantil chileno que conquisto la gratuidad de la educación superior.
En ese contexto internacional, los estudiantes colombianos al rechazar la regresiva reforma del gobierno nacional, apoyado por su mayoría parlamentaria de la Unidad Nacional, desde el primer semestre del 2011 establecimos una agenda de discusiones y movilizaciones por todo el país, alertando a la comunidad de lo nefasta que podría resultar si era aprobada.
Pero no estuvimos solo. Los rectores de las 32 universidades públicas del país, agremiados en el Sistema Universitario Estatal SUE, se pronunciaron en contra de la reforma por considerar que no resolvía el grave problema de financiación y que por el contrario significaba profundizarlo. Aun recuero la expresión del Rector de la Universidad Nacional de ese entonces, el profesor Moisés Wasserman, quien fungía como presidente del SUE: "esta es una reforma sin respuestas" al referirse que el proyecto del gobierno no buscaba soluciones a los problemas estructurales de la educación superior.
Y como actores fundamentales de la vida universitaria, los docentes universitarios desde sus diferentes gremios se sumaron al rechazo de la reforma.
Como producto de los diferentes encuentros en varias ciudades del país, creamos la Mesa Amplia Nacional Estudiantil, conformada por todas las organizaciones estudiantiles existente en el momento, provenientes de las distintas corrientes políticas, izquierda, centro y derecha, pero nos unía una causa, la defensa de la universidad pública.
Y para el segundo semestre del 2011, se programó el paro nacional universitario, a partir de octubre. Paro nacional que fue acogido por todas las universidades públicas del país y solo faltó una, la Universidad del Magdalena.
Por esos días se decía que la universidad tenía 16 años que no había un paro, desde su refundación, no se veía ese tipo de cosas por lo tanto no había esa cultura. Los docentes en asamblea realizada en el Hemiciclo decidieron no parar, pero continuar participando en las movilizaciones. Pero un grupo de estudiantes, no más de 20, podría mencionarlos nombre por nombre, nos propusimos hacer que nuestra Alma Mater estuviera presente en ese proceso de envergadura nacional.
Establecimos como fecha el 12 de octubre, una semana después que el resto de universidades.
Y fue así como el martes 11 octubre, nos reunimos toda la noche en un salón del Bloque Sierra Nevada, amanecimos en el campus y siendo las 4:00 am nos tomamos las instalaciones declarando que la Unimagdalena entraba formalmente al Paro Nacional Universitario.
Fuimos noticia en los medios locales, y la MANE a nivel nacional saluda que la universidad pública que faltaba por fin se uniera al movimiento. Siendo las 8 a.m. del 12 de octubre, ya se había acumulado estudiantes, trabajadores, docentes y directivos a las afuera, todos sorprendidos, a los que dirigí un discurso invitándolos a unirse al proceso.
A partir de ahí, estuvimos una semana en las instalaciones, ya no 20 sino más de 100 estudiantes, en pie de lucha exigiéndole al gobierno nacional que retirara la reforma y que abriera una mesa de discusión para la construcción de una reforma con todos los actores universitarios.
Con la administración universitaria acordamos, que ingresarían a las instalaciones los administrativos a continuar con sus labores, y que docentes y estudiantes nos declarábamos en movilización permanente y fue así como nos dieron las condiciones institucionales para desarrollar las actividades, haciendo marchas de unos 7 mil estudiantes por toda la ciudad.
Pusimos al país hablar de educación superior y la solidaridad de otros sectores sociales llegó, al punto que los permanecíamos en las instalaciones de la Universidad día y noche, nos proveían de alimentos muchos comerciantes que decían, "los estudiantes tienen razón".
En los pasillos de la Unimagdalena solo se hablaba de la reforma a la ley 30. Recuerdo sentarme en cafetería y escuchar en todas las mesas el tema, y al tomar un megáfono y decir un discurso, todos hacían silencio y escudaban atentamente.
Así pasamos un mes de resistencia, hasta el 10 de noviembre, que recuerdo caminaba en una gigantesca movilización por la séptima en Bogotá camino la plaza bolívar, cantando "hoy la vamo´a tumbá" el presidente Santo sale en medios de comunicación y anuncia que retiraba del Congreso el proyecto de reforma y convocaba mesas de trabajo para construir una nueva con la participación de toda la comunidad universitaria.
Fueron días en los que pasaron años, en los que estudiantes, docentes, directivos pusimos de moda la educación en el país. Lastimosamente el proceso de construcción de la nueva reforma el gobierno de Santos nos hizo "conejo" y no se continuó con la discusión del tema, manteniendo por otros años más la nefasta ley 30 de 1992.
Hoy 7 años después de aquella hazaña una nueva generación de universitarios se está movilizando por la educación superior, movimiento que ojalá y ponga en la agenda del nuevo gobierno nacional y del Congreso de la República, la educación superior como prioridad, y poder alcanzar la reforma estructural que se necesita.